lunes, 12 de enero de 2015

PORQUE VOY A SER CANDIDATO AL CONSEJO CIUDADANO DE PODEMOS EN ANDALUCIA

Como dice mi perfil, tengo 54 años. Estoy casado y tengo dos hijos, niño y niña. Aunque nací en La Línea de la Concepción, siempre he vivido en San Roque, excepto durante dos años en que viví en Olvera, cuando empecé a trabajar en la Diputación de Cádiz. Desde el año pasado, razones de trabajo me han llevado a vivir en Algeciras.
Soy, como digo, trabajador de la Diputación Provincial de Cádiz, en concreto, pertenezco al Servicio Provincial de Recaudación. Todo esto, por las mañanas, de 8 a 3. Por las tardes, los festivos, los fines de semana, las vacaciones y los días de asuntos propios, soy Abogado.
Y el lector dirá ¿y a mí que me importa la vida de este tipo? Pero si sigue leyendo, encontrará la explicación.
Cuando tenía diecisiete años, en 1977, en plena transición de la dictadura a esta democracia "que disfrutamos" ahora, milité en el PTE, hasta que este partido se rompió para disolverse en 1980. Tras un periodo de dos años fuera de cualquier organización política, en 1983 el PSOE nos invitó a mí y a otros compañeros a unirnos a él.
En 1987 tuve la primera responsabilidad institucional en este partido. Fui durante varios años Vicesecretario de Organización en el PSOE sanroqueño, apoyando a Lorenzo Pérez, que tras haber sido líder del PTE en San Roque, era en ese momento Secretario de Organización socialista, en un Comité presidido por Andrés Merchán, Secretario General y Alcalde de San Roque durante tres mandatos.
Tras un periodo en que razones de trabajo me mantuvieron fuera de los órganos directivos, volví a integrarme en el Comité en 2005. En julio de 2008 fui nombrado asesor del Alcalde de San Roque, mi entrañable amigo Pepe Vázquez, para que le acompañara en su soledad institucional y apoyara a la única concejala que le permanecía fiel, Rosa Macías, y allí estuve haciendo lo que pude hasta que Pepe se nos murió el día de Andalucía de 2009. Un mes antes, a finales de enero, salí del Comité ya que la liiiiiiiiiista, la larguísima lista que lideraba Juan Carlos Ruiz Boix, actual alcalde, arrasó en las elecciones al Comité Local y nos dejó a los militantes que apoyábamos a Vázquez, con Jesús Piña en cabeza, fuera del órgano directivo.
Ese periodo, de 2005 a 2009, fue el periodo en que más aumentó la militancia en el PSOE sanroqueño, que pasó de tener menos de 100 afiliados en enero de 2005, a tener sobre 200 al final del periodo. Pero ojo, ese no fue trabajo del Comité, sino de Ruiz Boix, y en menor medida, de Angel Gavino, perdedores en la asamblea de 2005, que sabedores de que al final el peso de los números decidía puestos, afiliaron al partido a una larga lista de primos, tíos, vecinos, amigos, la mayor parte de los cuales aparecieron por primera vez en una asamblea cuando fueron llamados para votar con el objetivo de encumbrar a Ruiz Boix como nuevo líder.
No quiero hablar de lo que pasó en esos tiempos, pero las cosas fueron tan graves como para que a finales de 2011, abandonara definitivamente el Partido.
Aún estando fuera, el acceso de Rubalcaba a la Secretaría General me dio esperanzas. El "efecto Rubalcaba" también me llegó a mí. Pensé que la larga trayectoria de Alfredo al servicio del Estado, su preparación y su experiencia, eran la respuesta que necesitaba el país a los primeros golpes que el PP empezaba a dar, y que por fin habíamos dejado atrás el liderazgo improvisado de Zapatero.
Pero la esperanza, por desgracia, duró poco. Enseguida se vio que Alfredo estaba demasiado lastrado y que su sentimiento de culpa por haber participado del Gobierno que no supo ver ni afrontar la crisis antes de que fuera demasiado tarde, le impedía plantear una oposición fuerte a Rajoy y sus secuaces.
Tras un periodo en 2012 y 2013 asistiendo al desmontaje del estado del bienestar que tanto costó crear a mis padres y a mis abuelos, y a muchos millones de españoles, me preguntaba como la "inteligencia" de este país no daba un paso adelante. No entendía como los movimientos sociales de personas, yo entre otras, que salíamos a la calle a protestar, no llegaba a cuajar en un movimiento político. Sabedor de que contamos con magníficos profesionales en todas las áreas, gente absolutamente preparada, capacitada, experimentada, y dispuesta a llevar adelante la "cosa pública", no comprendía que ola de resignación había invadido a todos para quedarnos quietos mientras a nuestro alrededor se derrumbaba todo aquello que creíamos inalterable.
¿Cómo fue posible esto? Yo tengo una respuesta, una opinión. El PP ha podido hacer lo que ha hecho porque en el principal partido de la oposición, el PSOE, el que fue mi partido durante treinta años, los que gobiernan, los que organizan, los que dirigen son, por desgracia, ahora, gente que no sabe ni donde está de pié.
El PSOE se llenó de burócratas del Partido, de gente que nunca ha trabajado, salvo honrosas excepciones, que han hecho de la política un medio de vivir, que están ahí porque han aprendido las trapacerías y las malas artes, han aprendido a poner la zancadilla y a pisotear cabezas para encumbrarse. De mucha gente que ha llegado demasiado pronto a puestos de poder, sin experiencia vital, laboral, académica, sindical, empresarial, sin nada de nada. Y esta gente es la que ha estado organizando nuestras vidas.
Yo, que dejé de leer tebeos para empezar a leer Cambio 16, Triunfo e Interviú, y que siempre he llevado la política en los huesos, no he dejado nunca de ser un iluso. Y sigo siéndolo, no crean. Me he convencido a mí mismo de que en política se está para servir a los demás, para cambiar el mundo, para que cuando nos vayamos de él, la humanidad esté y viva en mejor estado que cuando llegamos. Pero ¡ay! ¡tonto de mí!, pronto aprendí que éramos muy poquitos los que adecuaban sus actos a estos postulados, y que la mayoría de la gente al final lo que hace es meterse en política para arreglarse lo suyo.
Y tras muchos años intentando cambiar el sistema desde dentro, me convencí de que eso no era una labor difícil, sino absolutamente imposible.
Los intereses creados, los pagos de favores, las corruptelas, la poca vergüenza, la compra de votos por puestos de trabajo, la corrupción en mayúsculas, la ineficiencia, la falta de preparación y cultura de los dirigentes, y presidiéndolo todo, el Dios Dinero, nos han llevado a donde estamos.
Y en esto, llegó PODEMOS.
Para ser honesto, debo decir que al principio no le hice mucho caso. Yo apenas veo la televisión, no porque no me guste, sino porque mis obligaciones profesionales apenas me dejan tiempo, y los lideres de Podemos, fundamentalmente Iglesias, han sido en sus inicios un fenómeno televisivo, medio que han sabido instrumentalizar para llegar con su mensaje a las amplias capas de ciudadanos que sí ven la televisión.
Cuando presté atención al discurso, cuando la ola era ya imparable, fui invitado a formar parte del Circulo de San Roque. Desde el principio me integré en el equipo de Coordinación y ahora formo parte del de Apoyo al Secretario General Julio Labrador, elegido en las elecciones del pasado diciembre.
¿Qué he visto en Podemos desde que he llegado? Un grupo de gente entusiasta, jóvenes y mayores, muy preparados en su mayoría, que tienen algo fundamental: ilusión por cambiar las cosas.
He visto gente respetuosa, gente que escucha a los otros y que sabe analizar los planteamientos contrarios para apuntalarlos, rebatirlos o complementarlos. He visto gente educada, gente con generosidad, gente que se da a los demás. He visto gente "ilusa", como yo. Por eso, desde el principio, me he sentido cómodo.
Y ahora hay que construir el Partido. Fijadas las estructuras nacionales y locales, hay que montar las autonómicas. Y por eso, he decido dar un paso al frente, y ofrecerme para estar en ese Consejo Ciudadano de Andalucía.
No conozco a nadie fuera de mi órbita. El Partido, siguiendo sus postulados éticos, no puede apoyarme, ni a mí ni a ningún otro candidato. No disponemos los candidatos de ningún listado de militantes a los que poder dirigirme para explicarles quien soy y por qué quiero estar. Estoy en la soledad más absoluta, pero aún así, con más moral que El Alcoyano, me presento, y cuando llegue la hora, pediré al voto a los militantes porque creo que tengo muchas cosas que aportar al Partido para hacer de este un auténtico instrumento de cambio de España.
Creo que PUEDO hacerlo.
Ya les seguiré contando cosas.








LA "MARCA" ESPAÑA
(Publicado originalmente el 15 de abril de 2013)
    
Cuando hace cuarenta años estudiábamos Formación del Espíritu Nacional en aquel Instituto del franquismo tardío, el sufrido profesor nos explicaba que España era una "unidad de destino en lo universal". Esta definición hermética, que en su día pronunció José Antonio Primo de Rivera, tomándola probablemente fuera de contexto de algún escrito de Ortega y Gasset, se incorporó a la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1958, que inició lo que después se llamó las Leyes Fundamentales del Reino.
Ni el profesor ni nadie supo explicar con un mínimo de claridad que era aquello de la unidad de destino en lo universal, fuera de una frase rimbombante que presuponía una inconcebible capacidad de síntesis para definir en tres palabras el concepto de España y su encaje en el concierto de las naciones modernas.
Desde entonces, muchas definiciones de España han pasado ante nuestros ojos y oídos. Desde la de que España se constituye en un estado social y democrático de derecho que recoge la Constitución de 1978, hasta aquella que dice que España es una nación de naciones.
Definiciones menos jurídicas y más prosaicas dijeron o dicen que España es como una vieja bruja que maltrata a sus hijos, a los que condena al hambre, al ostracismo o a la emigración. Franco y los suyos nos quisieron convencer de que España era Centinela de Occidente, defensora de la verdadera fe, tierra de María Santísima encomendada al Sagrado Corazón de Jesús.
Un libro de texto para escolares catalanes dice que "El Estado Español es aquella parte de la península ibérica que no pertenece ni a Portugal, ni a Andorra ni al Reino Unido" con una rotundidad tan apabullante que sus autores no han sido capaces de definir nada más desde entonces. Queremos creer.
Ana Belén cantó que España era la camisa blanca de su esperanza. Machado dijo mucho tiempo atrás que España era un país de charanga y pandereta. Para los países del norte España es poco más que un destino turístico y la huerta europea. Un lugar donde pasar unas vacaciones baratas tomando un sol que sus climas septentrionales les niegan.
Pueden existir definiciones de España por millones, por miles de millones podría decir, siempre y cuando todos los habitantes de la Tierra la conocieran y tuvieran formada una opinión sobre ella.
Sin embargo, ya España ha dejado de ser todo esto. España ya no es nuestro país, ni nuestra patria, querida por algunos y odiada por otros hijos suyos. España ya no es nuestra historia, nuestro hogar, nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestra bandera. No es ni siquiera la Selección de Fútbol, y todo ello porque España, ahora, es... ¡una Marca!

Sí, sí, una Marca, han oído bien. España es como la Coca Cola, el detergente Ariel, los cereales Kellogs o la Nocilla. O sea, ni más ni menos que un producto comercial.
Y como producto comercial que es, se compra y se vende. No se inventó el Ariel para que las amas de casa amenazaran con él a las manchas de la ropa con añadirlo al agua de la colada para que de motu propio se disolvieran, sino para que, usándolo, tuviéramos la ropa más blanca que en el mundo ha sido y será.
El neoliberalismo gobernante, que de todo quiere hacer negocio, no se contenta con privatizar hospitales y servicios públicos varios. Ahora ha creado la marca "España", suponemos que para venderla al mejor postor. Lo que no sé es si es una marca registrada o una marca de fábrica, y aunque supongo que lo que pretenden es lo primero, en realidad les ha salido lo segundo.
Dentro de poco, si usted es un inmigrante con posibles, no de los de patera, sino los de Visa Oro, podrá obtener su residencia en España siempre que compre un piso. Si es un pobrecito, ni lo sueñe. O tienes para comprar un piso "marca" España o te largan a tu país de origen, aunque sea amarrado en el avión. Salvo que seas una estrella del fútbol mundial.
Si se procesa a un miembro de la monarquía reinante por corrupción, eso es malo, porque afecta a la imagen de Marca España. De ello se deduce que no debe imputarse a ningún miembro de la Casa Real.
Si la gente que se queda sin casa por no poder pagar sus hipotecas se manifiesta en la calle, o aquellos que confiaron a bancos y cajas los ahorros de toda su vida y han visto como estos se han volatilizado de la noche a la mañana se indignan y persiguen a los políticos, o pegan cuatro voces en el Parlamento, ¡cuidado! esto es malo, porque afecta a la Marca España.
Si en España vuelve a pasarse hambre, eso no puede decirse, no puede hacerse público, porque fastidia la Marca España.
Si muchos políticos son corruptos, si muchos empresarios también lo son, si existen miles de defraudadores a la hacienda pública y otros tantos evasores fiscales, el problema no es que los haya, el problema es que se sepa, porque afecta a la Marca España.
O sea que, señoras y señores, métanselo en la cabeza: nada de protestas, nada de críticas, nada de palabras gruesas, nada de pancartas, nada de manifestaciones, nada de nada. Recuerden que vivimos en el mejor de los mundos posibles y que en el Sahel viven peor que nosotros. Todo sea por mantener impoluta el nombre de nuestra patria, digo, de nuestra marca España, y podamos seguir vendiéndola.

domingo, 21 de diciembre de 2014

        LIBERTAD DE EXPRESION Y ABERRACIONES MORALES 
 
(Publicado originalmente el 15 de abril de 2013)

Recibo un correo de Change.org, plataforma en internet dedicada a las peticiones masivas de cosas justas, en la cual participo a menudo y donde he iniciado alguna que otra petición, aunque sin mucho éxito, todo hay que decirlo.

En este correo se me pide que apoye el despido de Gloria Casanova, profesora de periodismo en la Universidad Herrera Oria CEU, de Valencia que como todo el mundo sabe es una Universidad Católica, fundada y patrocinada por la Asociación Católica de Propagandistas.

¿Cuál es el motivo que se esgrime para pretender mandar a la cola del INEM a esta profesora? Pues ni más ni menos que el haber pronunciado ciertas frases en sus clases que denotan una concepción de las relaciones entre hombres y mujeres absolutamente arcaicas, trasnochadas, cuando no risibles, que llegan a poner los pelos de punta.

El fundamentalismo religioso que subyace en el fondo y en la forma de las enseñanzas de esta profesora, acusada de dogmatismo y de adoctrinamiento, está a un solo paso de aquellos otros integristas islámicos que impiden que la mujer enseñe su cuerpo y su rostro, que las condenan a vivir su vida ocultas tras un velo, que impiden que aprendan a leer y a escribir, que las someten sin clemencia a la voluntad del varón, sea padre, hermano o esposo. Que las desposan cuando son niñas pagando con cuatro cabras, y que las repudian cuando ya no les interesan.

Este mundo nuestro, por desgracia, está lleno de fanáticos, de integristas, de fundamentalistas, de dogmáticos, de seres humanos llenos de prejuicios, plenos de miedos, aterrorizados ante cualquier cosa que amenace sus bien consolidados principios o su manera de vivir. De ahí nacen el racismo, la xenofobia, el machismo, la misoginia, el feminismo radical, el tribalismo, el sexismo, la homofobia, etc.

Sin embargo, con ser muy graves los efectos que palabras o expresiones como los que esta profesora utiliza, que pueden llevar a unos alumnos con poca formación humana e intelectual a asumir estos postulados, no puedo dejar de pensar y recordar a todos aquellos que han tenido el valor de seguir leyendo hasta aquí las palabras que escribió Evelyn Beatrice Hall en su biografía sobre Voltaire escrita a principios del siglo XX como una descripción gráfica del pensamiento volteriano : no estoy de acuerdo con lo que dices pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo.

Esta frase, bandera de la libertad de expresión, supone que aunque no nos gusten las actitudes, los pensamientos, las creencias y las palabras de los demás, tenemos el deber de asumir que quien las pronuncia tiene tanto derecho a hacerlo como tengo yo a contradecirlas.

No es que no me guste las frases que ha dicho la profesora Casanova. Lo que lamento es que todavía queden personas con mentalidades tan retrógradas como la de esta profesora. Lo que lamento es que en la época de la tecnología, del conocimiento universal ya prácticamente accesible a todos en el mundo desarrollado, una docente demuestre tan poco rigor científico, cuando afirma que la homosexualidad es una enfermedad que se cura, que demuestre tan poca humanidad cuando dice que se puede sacar algo bueno de una violación, que demuestre una compulsión sadomasoquista cuando enseña que las mujeres no deben separarse de sus maridos aunque sean víctimas de malos tratos...

Pero ojo: la profesora Casanova imparte clases en una universidad religiosa, católica y ultra-conservadora. ¿Que se puede esperar de ella? Los padres que envían a sus hijos a colegios católicos, institutos o universidades religiosas saben que en ellos se adoctrinan a los niños y jóvenes tal como la Iglesia Católica viene haciendo desde hace cientos de años.

Yo estudié en centros públicos, mis hijos estudian en centros públicos, y en ellos aprendí a respetar a todo el mundo: a los que piensan como yo y a los que no, porque si de algo estoy absolutamente seguro es que ni yo ni nadie tiene o está en posesión de la verdad absoluta.

Aprendí a ser tolerante, a respetar al diferente, a no reírme de los defectos de los demás, entre otras cosas porque yo tengo muchos. Aprendí que hay que ayudar al débil porque el fuerte ya se ayuda él solo. Aprendí que al fin y al cabo, todos los seres humanos estamos desnudos, que somos unos pobrecitos. Que venimos al mundo solos y nos vamos de él solos, aunque siempre estemos rodeados de gente. Que incluso al más bravucón no puedo dejar de verlo como si fuera un bebé. Que el infierno no existe porque ya lo vivimos día a día en esta vida. Que al fin y al cabo no somos nada, y que solo debemos vivir en paz con nosotros mismos y procurar hacer día a día de este puñetero mundo nuestro un lugar mejor para toda la humanidad.

Si hubiera sido educado en escuelas religiosas, probablemente sería la misma persona, pero mis postulados morales, éticos y mentales serían más cortos. No olvidemos que la religión en su esencia pretende dar respuesta a las grandes preguntas que todo ser humano se hace, y para ello dicta pautas, instrucciones y doctrinas que son impuestas a sus fieles o seguidores por medio de la coerción, la amenaza, el miedo, el concepto de pecado, el castigo.

No voy a firmar el manifiesto. No quiero que despidan a la profesora Casanova. No quiero tener que pagar otro seguro de desempleo a costa de mis impuestos. Lo que quiero es que la profesora Casanova lea otras cosas distintas a las que lee, que olvide los libros que en su primera portada todavía mantienen el nihil obstab. Que abra su mente, que viaje y salga del hotel, que se mezcle con el pueblo llano, con los ciudadanos, con los hombres, las mujeres, los ancianos y los niños. Que hable con ellos y se entere de primera mano cómo vivimos. Que acuda a un piso de acogida y hable con las mujeres que viven en ellos, ocultas para estar a salvo de sus esposos, novios o maridos maltratadores. Que hable con chicas violadas, que le expliquen el sentimiento de rabia y humillación al ser forzadas, que hable con homosexuales, hombres y mujeres y comprenda que la homosexualidad no es un vicio, ni una enfermedad, sino una tendencia tan natural como la heterosexualidad. Que los homosexuales no son gente perversa, enfermos de deseo sexual, sino personas como ella o como yo que no pueden impedir sentirse atraídos por otras personas de su mismo sexo. Que aprenda que el amor no distingue. Que el sexo no es pecado, ni mortal ni venial, sino una actividad normal entre los animales, ser humano incluido. Que la gente tiene derecho a intentar vivir su vida sin tantos miedos, sin tantos tapujos, sin tantos dogmas, sin tantas presiones.

No quiero que a la profesora Casanova ni la multitud de profesores y profesoras Casanovas que pululan por la geografía patria se les impida hablar y decir lo que piensan, porque ese será el primer paso para impedírmelo a mí también. Quiero que digan lo que quieran, para que definitivamente abran los ojos a aquellos que en su ignorancia siguen pensando que la educación religiosa es la más conveniente para sus hijos.

Quiero que la profesora Casanova diga lo que le venga en gana porque para ello la Declaración Universal de los Derechos Humanos recoge la libertad de expresión como un derecho innato de los seres humanos, y porque la Constitución de 1978 consagra no solo la libertad de expresión sino también la libertad de cátedra.

Que nos repugne lo que la Sra. Casanova dice, que nos ponga de los nervios, que lo rechacemos con toda la fuerza de nuestra alma, vale. Que queramos prohibirle hablar y enseñar no, porque no es ese el camino. Ese es el camino que conduce al totalitarismo y al pensamiento único.

Comprendo y comparto la indignación de los que firman el manifiesto, y de los que estando de acuerdo con el mismo no lo hacen por miedo a significarse, pero me perdonarán que yo no lo haga y espero que entiendan las razones que no son otras que las que expongo en este escrito.

Hay que luchar contra las ideas de la profesora Casanova, pero con otras ideas, con otros argumentos, explicando a los ciudadanos porque creemos que las enseñanzas de esta señora son erróneas, nocivas y están fuera de lugar. Hay que fomentar la educación de verdad, la cultura de verdad. Hay que explicar a las gentes que solo los pueblos cultos podrán ser pueblos libres, lejos de doctrinas que solo estrechan el espíritu y la inteligencia. Después de esto, que cada uno viva como elija vivir.

miércoles, 13 de abril de 2011

LA RUINA DE LOS AYUNTAMIENTOS (III): SAN ROQUE

San Roque ha sido tradicionalmente considerado un pueblo rico. Nuestro extenso término municipal, nuestro importante tejido industrial, las urbanizaciones de lujo del valle del Guadiaro, el asentamiento de deportes de élite como el golf y el polo que mueven mucho, muchísimo dinero, son el sueño de la mayoría de los gobernantes locales que carecen de la mayoría de los recursos de los que nosotros disponemos en abundancia. El Ayuntamiento debiera de ser, por lo mismo, un ayuntamiento rico. Los ingresos de derecho público (impuestos, tasas, licencias) que genera todo esto, en principio tendría que ser suficiente para mantener un alto nivel de servicios a los ciudadanos sin menoscabo de la economía municipal. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El Ayuntamiento de San Roque es, no desde ahora, sino desde hace al menos cuatro años, una institución endeudada, que a duras penas puede ir pagando a sus trabajadores, y poco más. Al igual que en La Línea o Los Barrios, muchos proveedores han tenido que arriar velas, y largarse, dejando atrás una concesión por la que se le adeudan decenas de miles de euros. El último, FCC, que renunció a seguir prestando el servicio de limpieza de colegios y edificios e inmuebles municipales cuando ya no podía aguantar más sin cobrar. ¿Las causas?: varias. San Roque es más complejo que otros municipios. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la población de San Roque está dispersa en varios núcleos, alejados entre ellos y con el casco urbano, y que la población reclama servicios similares viva donde viva, lo que por otra parte, es lógico y facil de entender. ¿Que pueblo tiene cuatro cementerios y cinco o seis campos de futbol? ¿que pueblo tiene varias alcaldías de barrio? ¿que pueblo de 27-28.000 habitantes tiene más de cien policías locales y alrededor de cuarenta vigilantes? ¿que pueblo de este tamaño tiene varios pabellones polideportivos? ¿que pueblo celebra 10 ferias, 7 u 8 carnavales y 3 procesiones de la Virgen del Carmen? Esta es una primera y principal causa del enorme gasto que el ayuntamiento soporta. Cualquier partida presupuestaria se multiplica por este motivo. En segundo lugar, San Roque tiene uno de los más bajos índices de presión fiscal de España, a excepción del IAE que pagan las grandes empresas. El hecho de que fueran estas las que asumieran el esfuerzo tributario, ha hecho que la carga a las familias sea mínima. Por poner un ejemplo, una vivienda que en Algeciras paga 200 euros de "contribución", en San Roque paga solo 100. El "sello" del coche es tambien mucho más barato. En San Roque nunca se ha pagado basura, hasta ahora, con lo que Ayuntamiento tenía que correr con el costo total del servicio de recogida y tratamiento, que ha supuesto en los últimos años alrededor de 10-11 millones de euros. Hablamos solo en esta partida de un 15% del presupuesto. Tampoco se ha hecho una buena gestión tributaria en lo tocante a los padrones del IBI (la contribución) ya que de las miles de viviendas que se han construido en la zona del Guadiaro, Sotogrande, Alcaidesa, San Roque Club, La Pólvora, Puente Mayorga, etc. en los últimos años, la mayoría de ellas aun no están de alta y por lo tanto, no pagan. Esto supone una pérdida real de millones de euros. Los padrones del resto de los impuestos están congelados desde hace años, sin que ni siquiera se hayan actualizado con el I.P.C., cosa que creo que no ocurre en ninguna parte de España. En tercer lugar, y con esto termino, para que despues no digan que me enrollo mucho, aunque sobre este tema podrían rellenarse decenas de páginas, añado la "alegría" en el gasto que se practicó durante varios años, aquellos en que la orgía de la construcción hacía fluir dinero sin fin y que parecía que nunca se iba a acabar. Coincidiendo con el momento álgido de este ciclo la plantilla municipal "engordó" tremendamente. El presupuesto de personal casi se triplicó en un periodo de 5-6 años, pensando que el Ayuntamiento tenía que "contribuir a bajar el paro". Los gastos se dispararon: se plantaba cesped por todos lados, se hacían multitud de obras, unas más necesarias que otras, algunas ruidosamente caras e inútiles afortunadamente no llegaron a ver la luz. A modo de ejemplo, el gasto en telefonía móvil suponía alrededor de 350.000 euros al año. Lógico si casi la mitad los empleados disponían de un teléfono, sin pensar en si era necesario que lo tuviera o no. Se gastó en estos años lo que no se podía. Se firmaron acuerdos para hacer inversiones (Centro de Salud de San Enrique, entre otros) por los que el Ayuntamiento se comprometía a aportar dineros que no le correspondía, y que además, no tenía. Se creyó por nuestros gobernantes de entonces que "efectivamente éramos ricos" y el Ayuntamiento vivió acorde a esta "realidad". Por desgracia, lo seguiremos lamentando durante muchos años.

domingo, 17 de octubre de 2010

LA RUINA DE LOS AYUNTAMIENTOS (II): LA LINEA DE LA CONCEPCION

Que el de La Línea ha sido siempre un Ayuntamiento pobre, a nadie se le escapa. Ya en plena transición, siendo alcalde el llorado Domingo Aldana, último preconstitucional, este se vio obligado a "cerrar" el Ayuntamiento, y ponerse en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores. Me contaba que le llamó el Subsecretario, y que en poco le ofrecieron la ayuda necesaria para ir tirando.


A Domingo le salvó la campana, ya que las municipales de 1979, primeras elecciones libres a los ayuntamientos, otorgaron una mayoría impresionante al PSOE y Francisco Niebla se hizo cargo del sillón presidencial, aunque lo hiciera por poco tiempo.


Los gobiernos socialistas se fueron sucediendo. Juan Carmona, Antonio Díaz Lara y Salvador Pagán presidieron Corporaciones, que por más que les pese a algunos, pusieron las bases de La Línea del siglo XXI.


Todo ello lo hicieron pese a administrar la economía de una ciudad con un déficit endémico, derivado de una considerable falta de tejido productivo en los sectores industrial y turístico, que impedían aflorar recursos hacia el Ayuntamiento.


La Línea siempre ha vivido del comercio. Exceptuando la aportación a la renta de sus habitantes de los raquíticos sectores agrícola y pesquero, las "grandes empresas" de La Línea han sido Gibraltar, por una parte, y las industrias de San Roque y Los Barrios por otra.

Y está claro que ninguna de estas "grandes empresas" ha dejado un euro de modo directo en las arcas municipales linenses.


En el año 1995, el PP, con Fernández Pons en cabeza, gana las elecciones. Hombre voluntarioso, pero con un equipo absolutamente mediocre, gestiona lo que puede o lo que le dejan. Esos cuatro años, que son los más nefastos de la historia reciente de La Línea, dejan un regusto tan amargo en la población que abren la puerta a los populistas.


Jesús Gil y Gil desembarca en La Línea con sus huestes de "gestores", trayendo de la mano a Juan Carlos Juárez, ex-vendedor de pisos y empresario frustrado. Con el aval político de la "transformación" de Marbella (aunque la auténtica transformación la vimos años después), consigue ilusionar a los vecinos. Su eslogan "orden y limpieza" se convierte en un grito de guerra, al son del cual se aumenta la plantilla de la policía local hasta extremos impensables. Se nombran agentes carentes de la más mínima preparación, tras un remedo de oposiciones, y se empieza a "dar caña" a cualquiera que se ponga por delante. Son los años de las constantes denuncias por malos tratos a estos "agentes de la autoridad", que te hacían dudar entre preferir cruzarte con un "choricete" o con un municipal, porque no sé sabía quien te iba a complicar más la vida.


La segunda parte del eslogan, o sea, "limpieza", se traduce en una mejora del adecentamiento del centro de la ciudad, que no se irradia demasiado a las barriadas. Aquí tengo que decir, en descargo de los "gestores" que gran parte de la población nunca ha colaborado demasiado en mantener limpias las calles. La gente tira la basura a cualquier hora del día o de la noche, sin importarle nada.


Pero no es esta acepción de la palabra "limpieza" la que realmente preocupaba a Juárez y su equipo cuando se hicieron cargo del Ayuntamiento. Eso sí, con la legitimidad que da un apoyo aplastante por parte de la población en las urnas.


La "limpieza" consistía, al igual que en Marbella, Estepona o en cualquiera de los otros municipios donde se tuvo la desventura de ser gobernado por estos gansters, en aprovechar todos los recursos del Ayuntamiento en beneficio propio. ¡Ojo!: no acuso a nadie de habérselo llevado de manera ilegal, pero es que hay tantas maneras legales de llevárselo...


Por lo pronto, nada más aterrizar, desplazaron a los funcionarios de toda la vida y colocaron en su lugar a una legión de acólitos, personas en su mayoría sin preparación ni estudios, cuyos únicos méritos eran haberse apuntado al G.I.L., haber pegado carteles, hecho campaña y haber sido interventores el día de las elecciones. Sin haber pasado por proceso selectivo alguno, sin haber demostrado mérito ni capacidad, se encontraron de repente con unos trabajos bien pagados con el que jamás se hubieran atrevido a soñar.


No quedaba la cosa ahí. El equipo de gobierno se "aprobó" unos sueldazos de aquí te espero. El resto de candidatos de la lista del G.I.L. que no obtuvieron escaño, fueron premiados con puestos de coordinadores, con sueldos tambien muy por encima de la media. Se calcula en más de 200 personas las que accedieron a la nómina municipal en ese tiempo.


Se montó una "Oficina de Representación" en Bruselas, cual embajada linense en la Capital de la Europa Comunitaria, y se puso al frente de ella al actual alcalde. ¿Para que? ¿que pintaba un Ayuntamiento allí?. Cualquiera mínimamente versado sabe que la política exterior es competencia exclusiva de los Gobiernos, y que si Alejandrito hubiera aparecido algún día en cualquier oficina de la U.E., no lo hubieran dejado ni entrar.


Se puso en funcionamiento una radio y una televisión municipal con todos los medios más modernos, con "profesionales" que cobraban mensualmente lo que jamás en su vida habían visto junto, para hacer una propaganda contínua del "régimen", reescribir la historia y cargar contra todos los opositores.


Se instaló una nueva Oficina de Turismo, porque la de la Junta "no servía". Se hicieron multitud de obras de dudosa utilidad, pero en cambio los baches en las calles no desaparecían.


Se cerró el Ayuntamiento del "paseíto Chacón", y se alquiló el Palacio de Congresos para instalarlo allí.


Se malgastó el dinero en tantas y tantas cosas inútiles...


Y ¿como se financiaba esto?. De repente: ¿se habían montado en La Línea una docena de fábricas enormes que daban empleo a los parados linenses y que a su vez llenaban las arcas públicas con sus impuestos? ¿acaso se había convertido en realidad la promesa del G.I.L. de atraer a potentísimos inversores que invertirían en hoteles de lujo y en centros de ocio que convertirían a La Línea en la nueva meca del turismo internacional?


Pues no, la realidad es mucho más prosaica. A la Carta Económica Especial que el Gobierno de Aznar concedió a La Línea, y por la que se ingresaban 1.000 millones de pesetas, se unió una "novedosa e imaginativa" nueva forma de financiación: la venta de terrenos y solares públicos a inversores privados para construir casas.


La tercera "pata" de este "banco" era el de comprar y no pagar. Empresas tales como Fomento y muchas otras, que prestaban servicios como la recogida de basuras, portería de los colegios, limpieza viaria, jardinería, obras municipales, etc., se vieron obligadas a "largar velas" y quitarse de enmedio, cuando ya las deudas con ellas ascendían a muchos miles de millones de pesetas.


Y la cuarta era un añadido a la anterior: no pagar las cuotas de la Seguridad Social de los empleados y funcionarios, y no ingresar las retenciones a cuenta del Impuesto sobre la Renta de los mismos.



Así se cierra el círculo: vendo el patrimonio municipal, con lo que consigo dinerito fresco. De paso, si puedo, me llevo algo (caso Roseworld). No pago a los proveedores, con lo que presto el servicio a la población pero no me cuesta un duro. Si se va uno, ya vendrá otro. Cobro las licencias de obra, con lo que obtengo recursos. Le retengo a los trabajadores, pero no se lo ingreso a Hacienda y me quedo con el dinero, con lo que sigo teniendo liquidez.


Pero claro, esto no es eterno. Cuando en Madrid se dan cuenta de que La Línea es un pozo sin fondo y comprueban en que se están gastando el dinero de la Carta Económica, el mismo Aznar dice que hasta ahí podíamos llegar, y la retira. Los solares que se vendían se agotan. Hoy día La Línea no tiene ni un miserable metro cuadrado de su propiedad para hacer una escuela o un parque. La participación en los Fondos del Estado se embargan para pagar las deudas con S. Social y Hacienda. Los burlados proveedores se cabrean y van a reclamar al Juzgado, y héteme aquí que uno de estos hace que Juarez sea inhabilitado.


El derrumbe de la construcción termina con los ingresos por las licencias de obra. La crisis hace que cierren muchos comercios. Menos negocios= menos impuestos. La gente condenada al paro y cada vez con menos recursos prefiere comer antes que pagar puntualmente la Contribución, en un ejercicio de insolidaridad con el estamento municipal sin precedentes.


Júarez tiene la suerte de ser inhabilitado segundos antes de que todo el castillo de naipes se venga abajo. Lo que debe de estar riéndose este hombre. La gracia que tiene que hacerle a este madrileño chulapón recordar como le ha tomado el pelo durante tantos años a la gente de un pueblo noble y abierto que creyó firmemente los cantos de sirena de una banda de estafadores y falsarios. Aunque todavía la justicia no ha dicho la última palabra, y muchos de estos "gestores" tienen en su agenda muchas citas con los jueces en los próximos meses, el daño, enorme, está hecho, y será casi imposible reparar.


¿Quieren que les dé más razones de la ruina de La Línea?











domingo, 10 de octubre de 2010

LA RUINA DE LOS AYUNTAMIENTOS (I): LOS BARRIOS

Leo hoy en la prensa comarcal los graves problemas que están aquejando a los trabajadores de los Ayuntamientos de Los Barrios y La Línea por el impago de las nóminas un mes tras otro.

No puedo dejar de recordar como, en el caso de la Villa barreña, no hace tantos años, mucha gente decía ¡que bonito está Los Barrios!. Se referían a la apariencia de un pueblo que entonces estaba limpio, multiplicaba sus jardines, construía una nueva y preciosa plaza de toros, donde se daban cita las primeras figuras de la tauromaquia hispana, celebraba ferias de muestras todos los años, multiplicaba sus polígonos industriales, donde se asentaban empresas de todo tipo, y acometía grandes infraestructuras deportivas, de ocio y equipamiento urbano, y se ofrecían servicios que en muchos casos eran deficitarios.

Fueron esos los años de las vacas gordas, cuando se concedían licencias de obra a "tutiplen", que llenaban las arcas municipales un mes y otro también. En esos años de alegría del ladrillo, la alegría no se limitaba a este, sino que a su vez se trasvasaba al empleo público. Con cuanto generosidad se daba trabajo a gente afín, en muchos casos para asegurarse el apoyo político y en otros para pagar favores. Cualquier vecino de Los Barrios sabe que hay familias enteras empleadas en el Ayuntamiento.

Eso nos lleva a que en la actualidad Los Barrios tenga quizá la plantilla más abultada de la comarca, en términos relativos, con cerca de 600 trabajadores, entre funcionarios, laborales, eventuales y empleados de las diversas empresas municipales. El ratio funcionario/habitantes es de aproximadamente 25 empleados por cada mil personas.

Pero la alegría no se quedaba aquí tampoco. Se acometieron obras faraónicas de dudosa utilidad, de la que el ejemplo más evidente es el cerramiento de la plaza de toros, que además de su monstruoso coste, hizo añicos su estética. La rehabilitación de la antigua plaza de abastos, para dedicarla a museo, es otra de ellas. No se reparaba en gastos, y el Ayuntamiento gastaba dinero a espuertas en mantener un equipo de baloncesto en la segunda división nacional. El dispendio afectaba por igual a casi todas las áreas municipales. Se me viene a la memoria el sueldazo del director de Iniciativas Los Barrios (107.000 euros al año). Se creó una Escuela de Policía Local, que no sabemos que utilidad tiene cuando todos los policías en formación van a la de Sevilla. Por no hablar de los asfaltados y reasfaltados, acerados y reacerados, rotondas hechas y rehechas, etc.

Sin embargo, este dinero que se recaudaba no era suficiente para mantener este volumen de gasto. Por ello, dejó de pagarse desde hace muchos años las cuotas de la Seguridad Social de los trabajadores y las retenciones a cuenta del Impuesto sobre la Renta a los mismos. Este dinero se dedicaba a financiar otras cosas. Esa es la causa de que los ingresos de la Participación en los Fondos del Estado lleven años y años embargados por Hacienda.

Pero, como en el cuento de la cigarra y la hormiga, llegó el invierno. Cuando se acabó el "maná" de la construcción, empezaron a notarse las carencias. El despilfarro acumulado durante estos años llevó al impago de las facturas de los proveedores (cortes de luz incluidos), el retraso en el abono de las nóminas y la hipoteca con bancos y organismos que le han adelantado dinero.

El cese judicial de Alonso Rojas en la alcaldía llevó al sillón presidencial a Angeles Ariza. Cuando esta se dio cuenta de la situación exacta en que se encontraban las finanzas municipales, intentó tomar medidas. Para ello tuvo que enfrentarse a sus propios concejales, muchos de ellos miembros de anteriores equipos de gobierno, acostumbrados a un estado de cosas alejado de toda lógica y de toda sensatez política. Su intento de regular el trabajo y los ingresos de la policía local provocó en los guardias una inesperada enfermedad que se contagió a casi todos en 24 horas, dejando a los ciudadanos sin el servicio fundamental que prestan los uniformados.

La contestación de los trabajadores y de sus compañeros de escaño, la presión política de los sindicatos, de Luis Pizarro y hasta del Secretario General Provincial del PSOE, González Cabaña, que se atrevió a decir que si Ariza se iba se terminarían los problemas económicos del Ayuntamiento, llevó a la alcaldesa a presentar su dimisión.

Lo que se presentaba como la solución a todos los males, la elección de Juan Montedeoca, a día de hoy, ni es solución ni es nada. Aparte de que ya no existen discrepancias visibles entre los concejales socialistas, la situación económica sigue igual o peor.

La cuestión es que se ha llegado a un punto en que cualquier solución va a ser traumática y dramática. Si sobran por lo menos la mitad de los empleados, a ver quien tiene narices para despedirlos, con lo que está cayendo fuera. Además ¿donde está el dinero para indemnizaciones?. ¿Donde acudimos a pedir dinero, si debemos en todos lados?

Se me ocurren algunas medidas, aunque todas ellas son impopulares:

1º) Coste cero de la Corporación. Ni el alcalde ni ningún concejal debe cobrar del Ayuntamiento. Que se dediquen parcialmente a este, y que sigan en sus trabajos habituales.

2º) Anulación de todos los cargos de confianza ocupados por personal eventual.

3º) Disolución de empresas públicas y similares, e integración de su personal, en las mismas condiciones, en la plantilla municipal, sin que esto conlleve consolidaciones de empleo a los laborales que no lo tengan.

4º) Control riguroso de todos los conceptos salariales. Eliminación de horas extras. Renegociación a la baja del convenio colectivo y acuerdos de mejoras con los funcionarios, si existe.

5º) Eliminación de cualquier gasto municipal que no sea imprescindible. Nada de coches oficiales, ferias y fiestas, alumbrados extraordinarios, comidas e invitaciones con cargo al presupuesto, gastos protocolarios, toros embolados, corridas de toros subvencionadas, donaciones a fondo perdido a clubes deportivos, recreativos y culturales. Asimismo, cese de actividades netamente deficitarias, como radio y televisión municipal.

6º) Economía de guerra. Llegar a un acuerdo serio con Hacienda para el pago de la deuda, y cumplirlo, de modo que no se retenga el cien por cien de los ingresos P.I.E., renegociación de la deuda con bancos, proveedores y acreedores, procurando quitas y esperas para no asfixiar más las maltrechas arcas públicas.

7º) Subida generalizada de impuestos municipales. Todavía hay recorrido para incrementar el IBI, el Impuesto de Circulación, el I.A.E. y el resto de impuestos y tasas que gravan al sufrido contribuyente, aunque esta sea, posiblemente, de todas, la medida más impopular.

8º) Cese de cualquier nueva inversión. Unicamente se deben acometer las obras de mantenimiento imprescindibles en los servicios esenciales, y procurando comprometer en la financiación de las mismas a otras instituciones, como Junta, Diputación y Mancomunidad.

En fin, ya sé que todas estas ideas pueden ser catalogadas como radicales, y en el improbable caso de que algunas se pusieran en práctica, la contestación sería feroz por parte de todos los implicados. Pero, amigos míos, la solución vendrá más o menos por ahí, salvo que el Estado se saque de la manga algún plan E para salvar a ayuntamientos que han tocado fondo.

Y termino preguntando igual que el cuento del cónclave de los ratones: ¿quien le pone el cascabel al gato?

martes, 21 de septiembre de 2010

ZAPATERO Y SUS IMPUESTOS

Cada vez más, y me duele decirlo, reconozco menos a Zapatero. Leo en la prensa de hoy que el presidente del gobierno ha dicho en la Universidad de Columbia que "subir la presión fiscal puede ser útil y progresista, y bajarla también. No tengo una posición dogmática...etc.". Todavía resuenan en mis oídos aquellas palabras de no hace tantos años cuando dijo que bajar los impuestos era algo progresista. No sé de donde sacó entonces semejante axioma, ni de donde saca ahora justo el contrario, aunque intente convencernos de que tan buena puede ser una cosa como otra, diciendo que huye de posiciones fundamentalistas, porque conducen al fracaso. Yo, si estuviera cerca de él, le diría que lo que conduce normalmente al fracaso no son las posiciones fundamentalistas, sino las posiciones improvisadas.
¿Desde cuando ha sido progresista bajar los impuestos?. Veamos: los impuestos son la sangre del cuerpo social en un país avanzado, en un país en que se busque el bienestar de todos los ciudadanos. Los ciudadanos económicamente independientes, entiéndase ricos, no dependen del Estado para satisfacer sus necesidades. Si enferman, pueden pagarse médicos y clínicas privadas. Para la educación de sus hijos disponen de colegios privados que además seleccionan a sus alumnos, siquiera sea por lo que cuestan. Sus hijos en edad de cursar estudios superiores pueden acudir a las universidades privadas donde se codearan con "gente de su clase", sin tener que contaminarse con estudiantes hijos de obreros. Si necesitan seguridad, pueden costearse seguridad privada que vele su sueño en sus lujosas urbanizaciones privadas. Los más ancianos no necesitan el INSERSO para hacer un viaje a ese lugar turístico que solo conocen por referencias. Y así, todo.
Pero como los ricos son, por desgracia, una minoría en cualquier nación, tienen que ser los Estados los que procuren la satisfacción de las necesidades básicas de la población: la alfabetización, la salud, la seguridad, las comunicaciones, el medio ambiente, etc. Sentado el principio impepinable de que nadie le regala nada al Estado, este se ve en la necesidad de detraer recursos de los ciudadanos y de las empresas, que toman la forma de impuestos y tasas, para poder hacer frente a sus ingentes gastos.
Esta claro que si la gente no pagamos, es imposible que el Estado, a cambio, nos ofrezca los servicios que demandamos. El Estado no puede poner la maquinita de hacer billetes a imprimir papel moneda sin ton ni son, porque el resultado sería una inflación galopante que en poco convertiría el valor de la moneda en algo absolutamente ridículo. Todavía hay por ahí países cuya moneda tiene un valor tan bajo que para poder pagar una barra de pan hacen falta miles de billetes del mayor valor.
El problema es que cada día los ciudadanos demandamos más y mejores recursos. Pedimos mejores carreteras, más modernos y equipados hospitales, menos tiempo de espera para someternos a una operación quirúrgica. Más policías y guardias civiles en las calles, mejor educación para nuestros niños. Rápido servicio de la Justicia. Mejores y más rápidos trenes. Autobuses públicos con más rotaciones, nuevas lineas de "metro" en las ciudades que lo tienen, más zonas verdes, más, más, más.
Y la segunda parte del problema, como sabe cualquiera mínimante versado en economía, es que los recursos disponibles son limitados. Por eso, los buenos gobiernos se distinguen de los malos en el modo en que administran esos recursos. Los buenos dedican la mayor parte del Presupuesto a fomentar la economía productiva. Esto se hace aplicando políticas que pasan en primer lugar por la formación de las personas. Un trabajador formado es un trabajador que produce más y mejor. En segundo lugar, estimula la inversión en infraestructuras públicas fundamentales, como las redes de comunicaciones (autopistas, puertos y aeropuertos, carreteras, ferrocarriles) que puedan dar rápida entrada a las materias primas y aún más rápida salida a los productos manufacturados. Continúa con el desarrollo de otras infraestructuras de servicio (sanitario, cultural, turístico) que complementan lo anterior y son cruciales para el desarrollo social y económico.
Los malos gobiernos, en cambio, no se dan cuenta de que el principio de todo es la economía. Pero no solo en esta economía nuestra mal llamada "de libre mercado", sino en todos los sistemas sociales y políticos que en el mundo han sido, son y serán. Mi abuela decía que donde no hay harina todo se vuelve mohina. Estos malos gobiernos (y cuando digo gobiernos no me refiero solo a los de los Estados, porque tenemos gobiernos regionales, provinciales y locales) confunden las prioridades. En muchas ocasiones son incapaces de decir no a peticiones que son inasumibles, al menos en ciertos momentos. A mi me gustaría mañana otro Mercedes nuevo, pero mi lamentable economía familiar no me lo permite. En un pueblo, una ciudad, una provincia, una región, un país, es lo mismo. Si no tenemos para pagar lo básico ¿como vamos a meternos en lujos?. Si no tenemos para pagar la nómina...¿como vamos a contratar más empleados?.
Estos malos gobiernos, (y como no me canso de repetir, tenemos muchos cercanos en el ámbito local) no dedican sus recursos a lo que realmente importa. Malgastan el dinero en cosas innecesarias, despilfarran en lujos, y en demasiadas ocasiones, el dinero público se va en mantener una legión de empleados de todo punto innecesario, como no sea para mantener en su puesto al político que lo ha "colocado".
Pero me estoy yendo por las ramas. Zapatero sabe, y sabe bien, que aquellos países más avanzados son aquellos que tienen un sistema fiscal serio. En ellos, la presión fiscal es alta, pero los ciudadanos no se quejan (o se quejan menos) porque a cambio reciben unos servicios de alta calidad y saben que su dinero está bien administrado. A Zapatero hay que decirle, aunque él lo sepa mejor que nadie, que si en este bendito país la Inspección de Hacienda funcionara bien (no puede hacerlo porque sus recursos humanos y materiales son limitadísimos) el destape del enorme fraude fiscal cubriría todo el déficit del Estado y sobraría. Es incomprensible que la inmensa mayoría de los empresarios y profesionales declaren 10.000 euros de ingresos al año. Eso no se lo creen ni ellos. Los que estamos controlados somos únicamente aquellos que tenemos la suerte o la desgracia de depender de una nómina por cuenta ajena.
La derecha, siempre con el viejo cuento de que bajar los impuestos es bueno porque así la gente tiene más dinero en el bolsillo para gastar (en sus negocios, se entiende), nos vende la moto de que la reducción de la presión fiscal es la panacea para salir de la crisis. Mentira, y mentira gorda. La derecha nunca baja la presión fiscal. Lo que hace es utilizar un viejo truco: bajar los impuestos directos (Impuesto sobre la Renta, sobre Sociedades y sobre el Patrimonio) que benefician a las rentas más altas, y en cambio nos sube los indirectos, como el I.V.A. y los Impuestos Especiales (tabaco, alcohol, hidrocarburos, electricidad, etc.) que tenemos que pagar todos por igual, independientemente de que seamos ricos o pobres. Exactamente lo mismo que ahora ha hecho Zapatero.
Por eso, vuelvo a decir, cada vez reconozco y confío menos en este hombre. ¡Que pena!